A mí me encantaba mucho “El Chavo”. Cuando tenía 8 años
prefería las tardes de RCTV donde un viejo disfrazado de niño pobre dormía en
un barril, le caía a “trompadas” (Coñazos) a un niño rico pero cobarde, recibía
coscorrones de un viejo flojo (que fumaba) y a su vez a este una vieja (esposa del "niño" del barril) le daba una
cachetada. En el “otro canal”, pasaban una serie llamada “Carrusel”, que nos
demostraba por qué el niño negro y pobre Cirilo nunca iba a empatarse con la
niña rica y desalmada “María Joaquina” ¿Qué era peor? Hoy no lo sé.
Si ven las fotos actuales de ambos actores, se darán cuenta
que si en aquella época Cirilo la tenía difícil, hoy sería imposible. María Joaquina,
a sus 30 y dele, es modelo y demuestra sus atributos de descendente polaca.
En cambio El Chavo era un programa de humor que se acercaba
más a nuestra pobreza. Y aunque nunca vi una “Vecindad” en Maracay, la serie
tenía un meta mensaje implícito que ha impedido que la sociedad mexicana se
vaya por una cloaca. La mejor persona de la vecindad era el más rico: El señor
barriga.
Ahora ¿por qué coño hago referencia a mi gusto por el Chavo?
Hubo un episodio en el que la Chilindrina le dio un beso en el cacheta a El Chavo y le preguntó: ¿Chavito
qué sientes? Y le respondió: Coraje.
El coraje como estilo
de vida
“Ser tigrero, más que un gentilicio, es una forma de
comprender la vida”, Fryddmar Álvarez.
En enero de 2004, los Tigres se enfilaban a su segunda final
consecutiva. Hasta ese entonces había visto a mi equipo perder en 4 finales. En
un viaje del equipo a Puerto La Cruz, el autobús sufrió un accidente, con el
resultado de tres jugadores lesionados, dos de ellos lanzadores abridores.
Obviamente la primera pregunta que nos hacíamos los tigreros
era: ¿Coño, por qué a nosotros? Sin embargo, en vez de echarle la culpa a la
mala leche o a “Chucho”, el equipo, su directiva y los fanáticos que nos
mamábamos viajes a Acarigua o Puerto La Cruz para apoyarles, transformamos esa
frustración en una energía positiva que nos llevó “a ver a linda” por primera
vez en 28 años.
Lo mismo pasó al año siguiente, cuando nos tocó calarnos a
los canales de televisión diciendo que éramos unos muertos porque osamos jugar
una final ante los Leones. Un ponche a Bob Abreu por parte de Francisco Buttó
curó años de complejos de inferioridad. 2 años más tarde se remontaron 7
carreras de diferencia en un noveno inning para quedar campeones ante el
Magallanes en casa, hecho inédito en la historia de este deporte.
En 2009 nos tocó otro episodio. En un escenario de empate
triple, nos tocó jugar ante los Leones el primer juego para definir el primer
finalista. Se perdió y a los Tigres les tocó cambiarse de dogout (el segundo
puesto se definía ante los Tiburones) entre mentadas de madre e incluso
escupidas, todo por el miedo de los capitalinos de no ser más los “únicos”
tricampeones. Dos semanas después, Aragua coronaba su primer cetro del Caribe
en Mexicali.
Finalmente en 2012, ante la trágica muerte de un pelotero en
un viaje de regreso de Caracas, los Tigres de Aragua, como raza única en
nuestra pelota, dedicó a la memoria de Rosman García lo que es hasta ahora su
último título.
Como fanático y desde mis propias experiencias de vida, no
me es extraño transformar la arrechera de la gente a la que no le caigo bien en
fuerza para vencerles. A eso le llamo “Coraje”.
La excepción
En el año 2006 la tragedia también tocó a los Tigres, pero
de una forma distinta. En una “borrachera” en la cual estaba presente media
Maracay, a Francisco Buttó se le escapó un tiro que hirió de muerte al bat boy del
equipo. Ese año se perdió la final ante Leones y los melenudos se coronaron campeones
del Caribe en Maracay.
Lo cierto es que ese año no se logró transformar la tragedia
en una energía colectiva para lograr la victoria, porque el sentimiento que
sentía la cueva no era “Coraje” sino “Culpa”, el cual es el más inútil de los
estados de ánimo.
Intentar transformar la tristeza o la culpa en coraje en el
ámbito amoroso es un sin sentido. Aunque El Chavo sienta coraje hacia la
Chilindrina en el contexto de una comedia mexicana, el dicho correcto en esos
casos es que “amor con el amor se paga”.
Dedicado a una chica cuya nobleza es incapaz de traerme
alegría, pero me hizo abrir los ojos.
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