El día jueves, una persona de mi alta estima, a quien llamaré… mejor le dejo en el anonimato, me sugirió que abandonara la escritura en blogs y sobre todo en Facebook. El argumento para la absurda recomendación fue ¿Cuál es el objetivo de hacerlo?
Tenía 16 años cuando cursaba el quinto año de bachillerato. El padre de uno de mis mejores amigos, a quien llamaré “El gordo”, era miembro del Rotary Club de Maracay, sí, esos oligarcas que se la pasan cayéndose a palos en las páginas sociales, invitó a los amigos de su hijo a ir a Caracas ese sábado. Como no teníamos muchas cosas que hacer en ese entonces, aceptamos.
Recuerdo que nos fuimos en el carro de su papá, una Samurai. Llegamos a la capital en 45 minutos –no había mucho tráfico- y pocos minutos después a la Universidad Central de Venezuela.
El viajecito que hicimos ese sábado fue a una reunión nacional del Rotary Club, quienes además de beber y salir en las páginas sociales, hacen obras para las comunidades. Fue una especie de foro en el cual nosotros debíamos decir algo… y nos enteramos media hora después que comenzó el acto.
Luego del desayuno, tuvimos que conformar un grupo de trabajo para exponer un tema ante el aforo. Por unanimidad, mis “amigos” decidieron que yo debía exponer lo que discutimos, cuando en realidad ninguno sabía la pertinencia de lo que íbamos de decir.
Así que me tuve que armar de valor para subir al Aula Magna a exponer, ante una organización a la cual no pertenecía, sobre un tema que no dominaba. Recordé el episodio de “Los Simpsons”, cuando Homero recordó aquel consejo en el cual los oradores deben visualizar a su audiencia “desnudos”, todo para tomar confianza.
Al comenzar a hablar se me enredó la lengua, hice una pausa y pedí excusas. La gente me aplaudió y seguí con mi exposición, como si tuviera dominio del tema. Finalicé y la gente me volvió a aplaudir. Sinceramente hoy en día no recuerdo qué carajos fue lo que dije en la casa que construyó Villanueva.
Para esa persona de mi estima, esta es mi respuesta. Internet le ha dado la oportunidad a las personas de mostrar su “otro yo”. Así como en la vida real, hay personas que utilizan las redes sociales para el chisme, la intriga, la vida ajena y todo lo demás que le da sentido a su existencia, más allá de ser unos burócratas que no hacen nada con sus vidas, además de engordar.
Pero hay personas que sí viven su vida como si fuera algo grande, que tienen historias bonitas que inspiran o tristes que llevan a la reflexión. Esas historias merecen ser contadas. Nunca faltará quien hable mal de Jesucristo, John Lennon o Martin Luther King. Pero para ello están los libros y ahora los blogs, para recordar lo profundo que pueden ser los tintes que dan color a la vida.
Feliz cumpleaños.
1-ago-2010.
domingo, 1 de agosto de 2010
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