Los finales de año siempre dan espacio para la melancolía y la mariquera.
El 2009 inició con muchos éxitos
A partir de mayo, empezó la tristeza
Algunos amigos partieron a otras tierras
Y otros de este planeta
Con anécdotas tristes como la de mi abuela
El año 2009 me deja la certeza
De cuantas veces fui feliz sin saberlo
De mi intensión de no luchar ante lo inevitable
Por el miedo a perder el tiempo
Cuando el tiempo es para “perderlo”
La nueva década inicia con la promesa del final de mi juventud
Pero no encuentro otra forma de ver la vida…
miércoles, 23 de diciembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario