En estas dos semanas viví en el estadio dos situaciones, dignas de un breve diálogo de alguna película de Tarantino, de esos previos a las matazones ¿Recuerdan la escena de John Travolta con Uma Thurman, cuando hablaron de los “silencios incómodos”? Pues a eso me refiero.
Hace dos semanas me enteré de una triste noticia, una de mis mejores amigas del estadio tuvo una “pérdida”, a solo un mes de haber quedado embarazada. Ella me informó durante una breve discusión –bastante amigable- sobre la Asociación de Fanáticos.
En la tarde nos invitaron a un programa de TV, de un “barbero que cocina”, otro elemento tipo Tarantino. Ella accedió a ir para que se le quitara un poquito la depresión. Cuando la fui a buscar estaba con su primo –el cual hizo que en una oportunidad me pusiera una gorra del Magallanes, pero ese será otro post-. Ella, al bajar del carro, me dio un sentido abrazo, al cual le respondí con uno de medio lado. A rato me sentí culpable, más aun cuando vi a su ex suegra llorar con ella un rato por el niño que nunca nació.
Hoy en cambio me encontré a una chica muy linda, sí, esa catirita que sale conmigo en las entrevista de Youtube. Tenía tiempo que jode sin verla. Ella me abrazó con mucho cariño, al cual respondí con igual intensidad –claro, con ella son más fáciles esas expresiones de afecto-.
Ella trabajó con nosotros en la temporada 2007-08, la que le ganamos a Cardenales. Al año siguiente no le renové el “contrato” –recuerdo que todos los de la Asociación trabajamos por amor al arte- por un chisme que se formó por su amistad con un lanzador importado de los Tigres. Semanas después, ella consiguió trabajo con un programa de béisbol que sale por la televisión regional y nacional, tal vez por ello no me siento mal por haberla sacado de nuestro equipo de trabajo por un chisme con “algunos” fundamentos.
Ella son dos amigas –sí, solo amigas- y les quiero como tal. Pero me hicieron pensar ¿Cuántas veces nos hemos expresado correctamente con nuestro cuerpo o nuestros brazos hacia las personas que realmente queremos? ¿Cuántas veces nos callamos esa expresión de amor hacia la persona que amamos o que realmente nos ama? ¿Cuántas veces nos han dejado por no hacer lo debido? ¿Deberíamos expresar todo el tiempo nuestros profundos sentimientos ante las personas, para evitar no responder apropiadamente cuando ellos (as) pasen por un momento “difícil”?
En mi opinión, si expresamos nuestros sentimientos todo el tiempo nos convertiremos en viles maricas, o en su defecto, pudiéramos culminar como Kurt Cobain. Y lo dice un solitario inmoral.
sábado, 7 de noviembre de 2009
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1 comentario:
EL CARIÑO NO LE HACE MAL A NADIE. Abraza siempre que puedas... (eso es con respecto a tu post)
Me encanta leerte otra vez.
Un abrazo sincero desde este lado del charco otra vez...
De verdad que te quiero mucho. Bajo esa capa que pretendes venderle a la gente, hay una persona maravillosa y solidaria.
Gracias.
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