Luego de haber sufrido al menos 3 pre infartos esta temporada por culpa de Francisco Buttó –Ojo, no estoy jodiendo y no sufro del corazón- he llegado a autoanalizar mi fanatismo.
¿Cuál es la fuerza que me (nos) lleva a sufrir tanto por una cuerda de borrachos “acabatrapo” –tanto como los jugadores del Caracas o de La Guaira- que en su mayoría no nacieron en Maracay? La conclusión a la que llegué resulta ser sorprendente: El chalequeo.
Dice un dicho que los cachos no duelen, sino la mamadera de gallos. En cierta forma es acertado el comentario. Los Tigreros –y muchos fanáticos de otros equipos- desean que los Tigres queden campeones para que más nunca un caraquista se llene la boca diciendo que es fanático del único equipo tricampeón, siendo esta una aseveración falsa porque el equipo Valencia Industriales, hoy en día Águilas del Zulia, logró la hazaña en los años 60´s.
¿Y si los Tigres quedan campeones cambiará esa situación? Los caraquistas -que son los mismos atorrantes fanáticos en Venezuela del Real Madrid, Yankees de Nueva York y Lakers de los Ángeles- seguirán diciendo que tienen 16 títulos y 2 series del caribe, una de ellas la ganada en el propio José Pérez Colmenares, pique que en este mismo mes de febrero podríamos dar fin.
También hay que hacer una consideración. Los Tigreros se han convertido en bocones, y digo los Tigreros –sin incluirme- porque la mayoría son nuevos fanáticos que no vivieron los 28 años de miseria a los cuales fuimos sometidos entre 1977 y 2003. Sí, nos llenaremos la boca con el cuento de las 7 finales seguidas, el equipo de la década y que los mejores deportistas de este país nacieron en Aragua, pero eso no quita que seamos los mejores fanáticos del mundo –empatados con los de Medias Rojas de Boston, Cachorros de Chicago y Tiburones de La Guaira.
Entonces ¿Para qué nos arrechamos por semejante mariquera? Porque vivimos nuestra pasión. En realidad no idolatramos a peloteros en particular sino a una camisa. No nos enfermamos de gratis sino que vivimos con intensidad. Nunca cambiaría mi decisión de ser Tigrero, ni me arrepentiría de las consecuencias de mi fanatismo. Como lo he expuesto en este Blog, es mi vida, es mi decisión y así soy feliz.
¿Cuál es la fuerza que me (nos) lleva a sufrir tanto por una cuerda de borrachos “acabatrapo” –tanto como los jugadores del Caracas o de La Guaira- que en su mayoría no nacieron en Maracay? La conclusión a la que llegué resulta ser sorprendente: El chalequeo.
Dice un dicho que los cachos no duelen, sino la mamadera de gallos. En cierta forma es acertado el comentario. Los Tigreros –y muchos fanáticos de otros equipos- desean que los Tigres queden campeones para que más nunca un caraquista se llene la boca diciendo que es fanático del único equipo tricampeón, siendo esta una aseveración falsa porque el equipo Valencia Industriales, hoy en día Águilas del Zulia, logró la hazaña en los años 60´s.
¿Y si los Tigres quedan campeones cambiará esa situación? Los caraquistas -que son los mismos atorrantes fanáticos en Venezuela del Real Madrid, Yankees de Nueva York y Lakers de los Ángeles- seguirán diciendo que tienen 16 títulos y 2 series del caribe, una de ellas la ganada en el propio José Pérez Colmenares, pique que en este mismo mes de febrero podríamos dar fin.
También hay que hacer una consideración. Los Tigreros se han convertido en bocones, y digo los Tigreros –sin incluirme- porque la mayoría son nuevos fanáticos que no vivieron los 28 años de miseria a los cuales fuimos sometidos entre 1977 y 2003. Sí, nos llenaremos la boca con el cuento de las 7 finales seguidas, el equipo de la década y que los mejores deportistas de este país nacieron en Aragua, pero eso no quita que seamos los mejores fanáticos del mundo –empatados con los de Medias Rojas de Boston, Cachorros de Chicago y Tiburones de La Guaira.
Entonces ¿Para qué nos arrechamos por semejante mariquera? Porque vivimos nuestra pasión. En realidad no idolatramos a peloteros en particular sino a una camisa. No nos enfermamos de gratis sino que vivimos con intensidad. Nunca cambiaría mi decisión de ser Tigrero, ni me arrepentiría de las consecuencias de mi fanatismo. Como lo he expuesto en este Blog, es mi vida, es mi decisión y así soy feliz.
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