A veces tengo ganas de mandarlo todo a la mierda. Sí, incluso cuando todo sale bien.
En mi trabajo las cosas marchan “machetísimas”. Mi jefe regresó de vacaciones y siente que fui extremadamente diligente. La contratista “golpista” por fin me va a pagar mi liquidación y siento que mis proyectos paralelos marchan bien.
Pero hay muchas cosas que siguen igual o peor. Entre las malas está mi carro, que se le volvió a joder el compresor. Mi amigo Pinky –protagonista del empanizado playero- mandó a suspender dicha obra de arte y además me mandó a la mierda, cosa que me preocupa y me quita el sueño.
En cuanto a las cosas que siguen igual, coño, es triste cuando hay dos o tres situaciones que no evolucionan, y que tal vez lo poco que tengo es lo mejor que tendré en la vida.
Gracias a Dios el béisbol en Venezuela está por comenzar.
martes, 2 de septiembre de 2008
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