domingo, 13 de noviembre de 2016

Los batacazos buenos y malos. Caso Trump.



Soy un amante de los batacazos en el deporte. Este año, el Leicester City ganó la Premier League (Fútbol inglés), Cleveland en la NBA y los Cachorros de Chicago en las Grandes Ligas. Los dos primeros se coronaron por primera vez en su historia, mientras que los “oseznos” volvieron a levantar el trofeo del béisbol estadounidense después de más de 100 años.
Hay personas que no les gustan las sorpresas, por ejemplo, si eres fanático de los Yankees, los Leones, el Madrid o “Los que siempre ganan”. Sin embargo, si el Leicester City hubiera descendido a segunda división, habría ganado más dinero que el campeón italiano, los Cavalliers tenían a Lebron James y los Cachorros planificaron un equipo para quedar campeón, en el cual trabajaron por más de 3 años.
Es decir, la única sorpresa es que no ganó el mismo de siempre. El “perdedor” se preparó para ganar y lo logró.
En la política, las victorias electorales, las estrategias de poder y los liderazgos también se construyen con el tiempo, constancia y propuestas. Si usted, sí, quien está leyendo este artículo, se convence que puede lograr un cambio en su comunidad a través de una propuesta bien argumentada, se convertirá en un líder para sus allegados.
Y si su propuesta es factible y logra concretarla, estará listo para lograr algo más grande.
Nosotros no somos ingleses, ni colombianos ni gringos. Tampoco españoles, aunque podemos celebrar más que la victoria de Rajoy, la derrota de Pablo Iglesias. Tal vez el Brexit fue la única respuesta de un problema real para los ingleses, el pueblo colombiano no quiere paz sino victoria y los gringos no ven tan descabellado darle bombas atómicas a alguien que prometió usarlas.
¿Quién votó por Trump es un bruto? Yo no lo considero así. Desde mi punto de vista, me pareció brillante que el magnate no se metiera en la vida personal de la ex primera dama, que invirtiera sus mayores esfuerzos en estados como Ohio, Pensilvania y Florida y que lograra que una parte del país culto repitiera sin darse cuenta “Es que los dos son malos”. Tal vez allí es donde están los brutos, no donde están los mejores estrategas.
Y así como hoy le decimos a los norteamericanos “¿ustedes son medio maricos? De bolas que Hillary era mejor que Trump”, veamos nuestra propia situación de hoy. Una oposición que le costó 17 años ganar unas elecciones, sin armas y sin un ejército que respete la institucionalidad del país, va a una mesa de negociación a destrancar un juego, cede -como en toda mediación- y sus propios votantes la califican de traidora. En teoría lograron escenarios electorales (No necesariamente el revocatorio, pero sí nuevo CNE), respeto a las instituciones, liberación de presos y entrada de alimentos y medicinas.
Los mismos venezolanos que hoy están jurando “Castigar con su voto a la MUD”, son los mismos gringos que consideraban que “Clinton era igual de mala que Trump”. Es en el fondo un “síndrome de Estocolmo” con el escenario de miedo y contradicciones que el chavismo nos ha obligado a vivir por tanto tiempo.
Hoy los venezolanos decimos con soberbia “Por fin estamos 17 años más adelantados que los gringos en algo”. Tal vez sea cierto, pero la madurez política no significa progreso. Si no me creen, pregúntele a los griegos. Solo por eso, es posible un batacazo en las presidenciales de 2019.

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