lunes, 31 de octubre de 2016

Sobre la MUD cómplice y su marcha a Miraflores



En esta montaña rusa de emociones que tenemos los venezolanos, en lo particular disfruto leer las teorías tontas. Muchas de ellas recreadas por laboratorios del gobierno, en otros por la misma torpeza de algunos líderes.

Hay un perfil de Facebook llamado “Orden”, donde magnifican las ya "magníficas" obras de Pérez Jiménez, mientras en paralelo insisten en vender al Militar como un profesional preparado para la ingeniería, gerencia e incluso la política. Hay un youtuber que llama a la disidencia. Dice que la MUD traiciona a sus votantes porque Chúo se dejó poner la mano en el hombro por Maduro.

Incluso una amiga se mostró muy ofendida porque Capriles había dicho que unos mamagüebos desde el exilio, cómodamente con sus pantuflas puestas (Orlando Urdaneta, Patricia Poleo y el brujo Reinaldo Dos Santos), dicen que él no tiene bolas para mandar una marcha a Miraflores.

Pero supongamos que tienen razón. La MUD es un aliado del gobierno para mantener el statu quo. Creo que los mismos chavistas tendrían que admitir que gracias a “hacer el juego” a la dinámica gubernamental, se ha evitado que un pueblo armado hasta los dientes se enfrente en las calles… de Caracas, porque en el interior ocurre a cada rato.

¿Qué va a pasar si la marcha del 3 de noviembre va hacia Miraflores? No les van a recibir con caramelos y una mortandad no es garantía que el gobierno caiga. Pasó el 11 de abril, no creo que el mismo guión sea efectivo 14 años después.

¿Y si los militares escuchan el grito de “Vuelvan caras” y la “pacífica” multitud opositora masacra a los chavistas? Sé que todos les tenemos arrechera a los “motochoros”, pero no todos son personas deshonestas, muchos sencillamente no han escuchado los argumentos "correctos".

La suspensión del referendo –incluso para el 2017- me llenó de desesperanza. Primero porque yo me niego a dar la razón a los violentos y segundo porque se abre la puerta para que en Venezuela no haya elecciones hasta que el PSUV tenga chance de ganarlas, cosa que según el propio Schemel no ocurrirá “Más nunca”.

No se trata de enfriar la calle, sino de mantener la presión. De lo contrario, el gobierno volverá a dar una patada a la mesa, con el Papa y todo.

Estoy gratamente sorprendido con la agenda planteada por los enviados del Vaticano, convocados por el propio gobierno al entender que “Se comieron la luz” al suspender las elecciones. Pero para que este proceso tenga futuro, la sociedad no puede quedarse esperando a que Allup, Capriles o Chúo Torrealba obliguen solo con el verbo a que el Estado decida emprender medidas que nos saquen del hueco en el que estamos, y por sobre todas las cosas, la reinstitucionalización del país.

El objetivo es, una vez más, vencer el pesimismo. No sigamos desde la inacción echándole la culpa de todo a la MUD (O es que los laboratorios de comunicación del gobierno son tan arrechos que nos arrean cada vez que quieren hacia el absurdo).

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