domingo, 22 de mayo de 2016

El Antichavista

VII El Culpable



Luego de los resultados electorales del 6 de diciembre me sentí tentado a descargarme en contra de los chavistas, pero luego comprendí que la grandeza de la hazaña realizada por héroes anónimos como mi círculo cercano de amigos, mi familia y por qué no admitirlo, por mí mismo, preñó de esperanza a este pobre país engañado durante décadas por una ideología barata que gobernó este país durante la mayor bonanza petrolera conocida por la humanidad.

En mayo de 2016 ni los chavistas ni los antichavistas nos sentimos optimistas. De hecho confieso que perdí cualquier esperanza de una salida democrática y pacífica a esta crisis. Ojo, sigue siendo posible, pero la probabilidad cada día  es menor. Hoy 9 de cada 10 venezolanos estamos seguros que Maduro no hará absolutamente nada para solucionar la crisis, sencillamente porque su círculo de ministros vive en una burbuja donde algún “estratega militar” dice: ¿Para qué hacer algo si la gente está muy tranquila haciendo su cola? Claro, ni siquiera se enteran que en todos los centros poblados del país ocurre un saqueo a diario.

Durante estos escritos he admitido que todos tenemos la culpa de la situación actual, desde el militar que sin instrucción alguna aceptó un cargo público, el clase media que creyó un derecho constitucional el acceso a dólares subsidiados para viajar al extranjero (Conozco incluso doctores que se creyeron ese cuento), el bobo que no vota, el gafo que quería un gobernador chavista porque “a él le liquidan los reales” y demás gente básicamente idiota. Luis Alberto Machado una vez dijo “el hombre inteligente es honesto, porque se dio cuenta que si todos somos honestos tendremos una mejor sociedad”.

Pero chavista, nada te salvará de vivir el resto de tu vida con el estigma del fracaso, de la ignorancia, del haber sido manipulado con ideología barata, de haber sido esclavo de tu resentimiento, de ser lo suficientemente pendejo como para entender que el capitalismo no te permite comprar el desodorante más caro, pero sí tener acceso a uno más barato, mientras que el comunismo te lo niega: Lo poco que hay es para los poderosos y para el contrabando.

El adeco era tramposo, el copeyano era elitesco, pero el chavista, por siempre y para siempre, será un pobre pendejo. O bien por ser un viejo lleno de dogmas que cree que si los adecos vuelven al poder van a matar gente (entre ellas los choros irrecuperables que él mismo quisiera ver en una silla eléctrica) o el joven que canaliza su rebeldía ante su papá o su mamá con falsos ídolos. La inteligencia es tal vez la capacidad de darse cuenta que se está equivocado –también la velocidad para hacerlo-, de callar cuando no se conoce sobre algo y no la capacidad para auto engañarse con argumentos construidos por manipuladores como los de Misión Verdad. Ejemplo: Las empresas producen productos grandes para simplificar las ganancias, cuando por la presentación más grande de champú vale Bs.80.

Muchos chavistas mantienen sus posiciones por temor al bulliying, pero piénsenlo ¿Cuántos adecos terminaron estos últimos 17 años vistiendo una camisa roja? Chávez, ícono de la ignorancia nacional e incluso continental, será tan negado como Jesucristo por sus apóstoles, pero créanme, en el epitafio de su conciencia quedará el estigma de haber sido corresponsables de la situación más grande de miseria que ha conocido este país desde la guerra federal.


Chavistas: El coño de su madre.

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