miércoles, 3 de diciembre de 2014

El regreso al blog. Escribir para uno mismo






Hace más de 7 años creé este blog. En ese entonces había conocido a muchas personas que habían tenido la iniciativa de reencontrarse con la escritura a través de esta vía. Increíblemente este blog, que pasó de tener 143 publicaciones en 2009 a solo 3 en 2013, -y es muy visto, según las estadísticas de google suma 2.282 visitas-. Más increíble aun, tengo otro que tiene 2.722 donde echo los cuentos “como es” de mi vida alrededor de los Tigres de Aragua.

Uno de mis mejores lectores, a quien denomino en algunos post como “el colombiano”, me dijo una vez “Es que se nota que escribes para alguien”. Tanta razón tuvo que en ese tiempo que esa persona estuvo en mi vida, publiqué el 84,56% de los artículos aquí reseñados. Luego que ella “se fue demasiado”, el interés por la escritura técnicamente murió. Solo una tragedia familiar me impulsó a utilizar esta vía para hacer terapia.

Claro, también debo reconocer que parte de mis opiniones las canalicé a un podcast en una página, el cual normalmente tiene más de 2 mil descargas. Y allí también hablo de béisbol.

En los recientes días, 5 años después de mi época más prolija para la escritura, decidí enfrentarme a mis sentimientos, en un yo con alguien para descubrir mi relación conmigo mismo. Luego de salir bien coñaseado, pero extrañando tiempos mejores, me dije a mi mismo: No puede ser que mi vida haya terminado hace 5 años.

Pues hoy, de nuevo en una etapa de exploración personal, retomo la escritura para, en primer lugar, darle la razón a “El colombiano” (Vaya apodo para alguien considerando que de las 50 personas más allegadas a mí, al menos 30 tienen al menos un familiar más allá de San Antonio del Táchira) y en segundo lugar para reencontrarme conmigo mismo, para entender mi soledad y divertirme en el ya largo camino de 3 décadas y un lustro para acabar con ella.

La cochinada chavista

Me encontraba en Ocumare hace algunos meses, específicamente en El Playón, con un grupo numeroso de amigos. Una de mis amigas (que a propósito se va demasiado en enero), ante tanta moto, tanto malandro, tanto desorden, dijo “Verga, vámonos pal coño, no quiero estar rodeada de tanto tuky y gente fea”.

Más allá de lo racista del comentario y de que como comunicador entiendo que este país no va a cambiar diciéndole marginal al pobre (y al marginal) o tapado al comunista (en realidad una persona que después de los 30 no supere a Galeano y a Benedetti tiene bien ganado ese adjetivo) o a la persona del pueblo más humilde que está equivocado si cree que el rico está jodido (cuando el que está jodido es el Clase Media que es tan pobre como él pero con algunos privilegios), debo reconocer que en el fondo ella tiene razón.

Este país se lo llevó el diablo y hay que ir hasta el mismo infierno a rescatarlo. Y sí, los hermanos chavistas, detrás de un clóset, piensan igual que nosotros. Por eso anexo las declaraciones de Rafael Lacava, alcalde de Puerto Cabello y quien también está obstinado que su ciudad sea un chiquero. “A la gente lo que le hace falta es palo”. Palo y coñazo, agregaría yo.

Dedicado a mis lectores de Europa, Oceanía, Norte y sur de América… Ah, y Tenerife, que técnicamente es África ¡He vuelto!

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