lunes, 18 de junio de 2007

Guaky es rojo rojito


Desde joven admiré la figura de Rafael Caldera. Es para mí el Winston Churchil venezolano, por su capacidad de conducir a un país en tiempos difíciles.
Me contaron que en su primer gobierno promovió la pacificación del país, así como el inicio de grandes obras como el Metro de Caracas. Sin embargo, cuando viví su segundo gobierno, padeció del pecado de la inacción, es decir, que a pesar de haber culminado obras como Las Macaguas, la Autopista Rafael Caldera, el templo de nuestra señora de la Coromoto, el puerto fluvial de los Monjes y otras obras que nunca se le reconocerán, hizo muy poco.
Siendo su abogado del diablo, hay que colocar a su gobierno en un justo contexto. Venezuela vivía los efectos de dos golpes de estado y 10 años sostenidos de crisis económica que tuvieron su punto máximo en la crisis bancaria del 1994. A propósito, uno de sus protagonistas, Orlando Castro, es hoy en día un chavista confeso.
Hago esta reflexión porque he escuchado a muchas personas que hay que boicotear la Copa América, cosa que no estoy dispuesto a apoyar más allá de alguna manifestación pacífica e inteligente que se le ocurra a algunos estudiantes.
Sí, lo sé, será un momento de gloria para el comandante, ya que por primera vez en 9 años se sentirá todo un Marcos Pérez Jiménez, ya que dejará 10 obras faraónicas –los 9 estadios más el viaducto- y más allá de la corrupción, la mayor parte de la plata se invirtió en obras. No llegaré al extremo de decir “Viva Chávez”, pero este round lo va a ganar, por no padecer del pecado de la inacción.
También podremos evaluar a 8 gobernadores y a un alcalde rojos rojitos, quienes se echaron el trabajo al hombro. Aparentemente el gobernador de Bolívar cumplió con las metas, igual que los de Mérida y Táchira, estado que hasta tiene el estadio de béisbol más moderno de Venezuela –aunque no tiene Bulpen-. Di Martino, el único jefe municipal de esta banda, también hizo lo necesario para no dejar al país en ridículo.
Lamentablemente el ejemplo no entra por casa, y parece ser Barinas el estado que saldrá peor parado, ya que anunciaron que una de sus tribunas no será concluida. Además de su padre, su compadre del estado Lara tiene “crudísimo” al único estadio estilo inglés del país, es decir únicamente construido para el fútbol. El poeta de la Revolución, que ha visto como en Anzoátegui le salió padrote en la figura de un ex presidente del extinto congreso nacional, parece que también pondrá la misma que puso el TSJ con la decisión del 11 de abril, y luego se irá de vacaciones.
Señores, no deseemos el fracaso o el ridículo a nuestro país ante este evento. Desde 1983, cuando se realizaron los Panamericanos de Caracas –en el gobierno de Luis Herrera-, Venezuela no es sede de un evento de semejante importancia. Vamos a verlo de una manera sencilla, las plumas de Guaky, la mascota, son roja rojitas, y aunque la Federación Venezolana de Fútbol tiene la mayor parte del logro en la realización de este evento, sin ayuda del ejecutivo nacional no se habría logrado nada.
Finalizo con la siguiente reflexión ¿Qué se va a hacer con los estadios después de la Copa América? Los equipos no podrán mantenerlos, ya que es un hecho público y notorio que en cada torneo quiebran 2 franquicias de primera división. Espero que no tenga el triste final del Brígido Iriarte, como depósito de médicos cubanos.

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