viernes, 15 de junio de 2007

El Teatro de los sueños


Como todo joven de clase media, sigo las incidencias del fútbol europeo. Como pueden comprobar en el título de esta crónica, son fanático del Manchester United, cuyo estadio, de nombre Old Trafford, tiene como sobrenombre o NickName "El Teatro de los Sueños".

Sin embargo, el mayor sueño logrado por el Manchester fue en el Camp Nou de Barcelona 1999 con un equipo liderado por David Beckham. Los diablos Rojos remontaron en tiempo de descuento un uno a cero ante el Bayern München y se coronaron campeones de Europa.

Emoción similar viví un 18 de noviembre, día de la chinita, cuando Venezuela remontó ante Bolivia el mismo marcador y en el mismo tiempo. Vaya suerte la mía ver semejantes hazañas al menos dos veces en la vida. Pero la verdad, lo hecho por los Tigres el domingo "no tiene padrote", porque más allá del descontrol de los lanzadores turcos se impuso la paciencia, inteligencia y ganas de ganar de los felinos locales.

Coincidí al terminar el encuentro con el comentarista más reconocido de los Tigres ¿Cómo deberían sentirse aquellos que se fueron del estadio antes del noveno inning? ¿Cómo deberían sentirse aquellos que no creyeron en los Tigres, a pesar de haber regresado gracias a la algarabía de quienes sí creyeron lo imposible? Un día después agregué en mi mente otra pregunta ¿Cómo deben sentirse aquellos que se sintieron derrotados cuando en el peor de los casos Tigres tenía al menos dos juegos por delante para ganar la serie y contra un bullpen destrozado?

Sólo nos encontramos alrededor de 3.000 verdaderos fanáticos de los Tigres en ese noveno inning, los que siempre esperaron estos años de gloria, poquitos, pacientes y siempre ilusionados. Yo como analista di el juego por perdido en el sexto inning. Más aun en el noveno: 4 errores, 13 hombres dejados en base... Pero como fanático me decía a mi mismo: Todos los innings los Tigres han atacado y han producido gran cantidad de hits. Hay hambre y eso puede ser bueno.

Rogué por cada inatrapable de Romero, Maza y Núñez sentado en la silla 94 de la fila 14, sector 8. pedí al creador que le diera paciencia a Blanco, Rodríguez, Cabrera, Hernández y Simón, y finalmente esperé el batazo con Ronnie y Alex, quien antes del juego me reclamó que no me puse la camisa 17. Yo le contesté: Traje la camisa del campeonato ante Caracas para apoyarlos a todos ustedes.

Luego del batazo, corrí por las tribunas gritando la palabra "Campeones". Nunca vi a Gollito anotar. Sentí como unos impotentes Tigres, llenos de juventud y talento, no podían surgir por culpa de un tirano lleno de gente potencialmente incapaz llamado Magallanes, que nos ofrecía un futuro negro en Valencia ¿Les parece similar a otro aspecto de nuestras vidas?

La hazaña de los Tigres no pertenece a Aragua, sino a la historia del deporte en Venezuela. Quienes se hayan calado este testamento, les quiero proponer que luego de aquel ponche a Bob Abreu hace dos años, el todavía increíble cabezazo de un short stop Dominicano a un Fly de Henry Blanco, y la noche de las 8 carreras, adoptemos el nombre de Old Trafford "El Teatro de los Sueños" para referirnos al José Pérez Colmenares.

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