viernes, 24 de agosto de 2007

Homenaje al Flaco Mague


David Ismael Concepción Benítez nació el 17 de junio de 1948 en Ocumare de la Costa, estado Aragua. Como aragüeño tuve la oportunidad de escuchar muchos comentarios acerca de sus años mozos, más aun por haberme criado en la Urbanización La Barraca, cercana al Barrio Belén, donde David vivió sus primeros años en Maracay, lugar al cual se mudó de joven, ya que su hermana Nelly quería estudiar en la ciudad.
David era conocido como “El Flaco Mague”. Muchos apodos le dijeron en su juventud, pero sin duda ese fue el más famoso. Al punto que decidió colocar ese nombre a su empresa de transporte.
Cualquier persona tiene una anécdota de Concepción. Quien fuera mi profesor de Geografía, Julio Palma, en una oportunidad me comentó que David en sus inicios era malo jugando pelota, al punto que en algunas oportunidades no lo seleccionaban para jugar, y él en venganza se llevaba la pelota. Otra más fantástica me la contó mi tío Héctor Seijas, quien jugó con él en alguna oportunidad. Él sí destacaba sus habilidades con el guante y con el bate. “Una vez lo vi nadar desde Cata hasta Catica”. Dios sabe cuánto fue verdad o mentira.
David no fue el novato estrella de los Tigres. En su lugar la gente comentaba sobre Virgilio Mata, quien poco tiempo después fue un desconocido para la afición aragüeña. Sin embargo, Wilfredo Calviño, scout cubano y responsable de su firma, se expresó de él con las siguientes palabras.
“Tenía muy buenas manos y brazo. Se veía agresivo, corría bien y hacía contacto con la bola. Para mí no fue una sorpresa en lo absoluto lo que él hizo en Grandes Ligas. Lo vi jugando en Clase A y ya era superior a los demás”.
Trabajó como Office Boy, tenía que doblarse cuando le tocaba irse a pie en los autobuses y siempre fue mejor como basquetbolista, toda una curiosidad en alguien quien fue jugador Más Valioso en un Juego de estrellas, ganó 5 Guantes de Oro, fue Campeón Mundial, una importante pieza en la Big Red Machine de Cincinnati en los años 70 y por sobre todas las cosas acabó a punta de calidad con la pava del número 13 en los Estados Unidos, un país que en esa década aun sufría algunos signos de racismo.
Todas las personas tienen un mal momento. En la temporada 1967-68, Los Tigres de Aragua clasificaron a su primera semifinal, última etapa del campeonato local según las reglas vigentes. A los Tigres solo les bastaba ganar el último juego a los Industriales de Valencia en Maracay para obtener su primer título, mientras los Leones esperaban una derrota para ir a un juego extra que posteriormente les dio ese campeonato. En el cierre del noveno Aragua ganaba 1 a 0, cuando el lanzador Dick Whitby botó la bola ante dos toques. Una de esas pelotas fue recogida por el sustituto David Concepción, quien en un intento desesperado por lanzar a tercera la metió en las gradas y dio al Valencia Industriales una victoria en su último juego de pelota rentada, antes de convertirse en “Llaneros de Portuguesa”.
Sin embargo, David no se amilanó. Dio tres títulos a los Tigres, Coronó a Cincinnati y se convirtió en el mejor atleta que hasta ahora ha parido la tierra aragüeña. Es un ejemplo a seguir, un hombre que salió de abajo y hoy en día es una persona próspera.
David también fue chequeado por un Scout muy particular. Mi prima Dilia Montenegro era pretendida por el Flaco Mague. Mi abuela, cuya senilidad no le permitiría volver a contar la anécdota, le preguntó en una oportunidad a Dilia si iba a hacerle caso a las pretensiones del personaje. Ella contestó “A mí no me importa quién es, sino quien será”. Tal sentencia decretaron décadas de feliz matrimonio y el nacimiento de mis primos David Alejandro, David Eduardo y Daneska.
En el plano personal, es difícil tener a tu ídolo todos los días de elecciones en tu casa hablando de política y regalándote una siembra de topochos. La última vez que hablé con él fue en Valencia, cuando trabajaba en El Carabobeño. Esperé mi turno para entrevistarle y cuando le dije de quién era nieto me abrazó con la ternura de un hombre que se acerca a la tercera edad. Me preguntó si ya me había casado y si vivía en Valencia, y luego le dijo a tres periodistas que yo era su sobrino. Este año será su última oportunidad de ingresar en el Salón de la fama, y seguramente no lo logrará. Ojalá Dios le de vida para ver brillar su placa en Cooperstown por medio del Comité de Veteranos.

No hay comentarios: