La escuela de Comunicación Social de la Universidad Bicentenaria de Aragua (UBA) nació a finales de la década de los noventa. Yo entré a estudiar en lo que fue “La cuarta” promoción, días antes que finalizara el gobierno de Rafael Caldera.
Eran tiempos difíciles. Vivíamos en una sociedad hastiada por la ineficiencia de las instituciones elegidas por nuestra democracia “Representativa”, modelo que debía ser suplantado por otro “Participativo y Protagónico”, con el cual la gente, o “el pueblo”, pudiera llevar una contraloría social que mejorara nuestra forma de participación política. Al menos así se nos vendió el paquete. Desde un primer momento, yo no lo compré.
Paralelamente en el mundo de la UBA había cuatro generaciones de comunicadores. Los primeros fueron los “Forma Peo”, liderados por Orlando Conde, célebre profesor que pagó con su trabajo su inconformidad con las modalidades de pago de la Universidad. La segunda y la tercera fueron más intelectuales, pero la cuarta, la más numerosa, no era nada participativa, además receptiva a las nuevas ideas políticas.
Al graduarnos 118 de más de 600 de los que inicialmente comenzamos la carrera, encontramos un país sin posibilidades de empleo, destrozado por las luchas políticas y definitivamente polarizado, entre quienes tenían la acertada idea de la lucha contra la pobreza -o un papá en el gobierno- y quienes entendimos, muchos desde un principio, el peligro del mensaje del odio, y su utilización para la manipulación política.
Cinco años después encontramos a un país en vías de progreso, gracias a un gobierno norteamericano manejado por los Zares del petróleo en dicho país, llamados Dick Chenney y George Walker Bush, y a quienes les interesa conservar unos precios altos para hacer más rentables sus negocios en Texas. Muchos de mis compañeros consiguieron trabajo en el gobierno gracias a la importancia que le da el Estado a las políticas comunicacionales. Sin duda, de no haber ocurrido la ruptura política de años pasados, siendo optimistas solo 18 habrían podido ejercer la profesión, algo así como un 1%.
Pero hoy el millón y algo, más cesta tickets a 0.5 unidades tributarias que debe ganar la mayoría de quienes ejercen la Comunicación Social para el Estado –tal vez más del doble en ciertos casos- no debe hacernos perder los estribos. Si bien el estado es dueño del espacio radioeléctrico nacional en sus frecuencias VHF y UHF, las razones para “Cerrar” Radio Caracas Televisión (RCTV) son políticas, sin juicio previo y respondiendo a una voluntad presidencial y discriminatorias, si consideramos que Venevisión y Televen participaron en el Golpe, o “Vacío de Poder” que determinó el único tribunal que ha dictado sentencia alguna sobre el caso de Abril de 2002. Y por favor, no se hagan eco de los resentidos, porque son solo un arma de manipulación más del régimen, y como comunicadores debemos saber de eso.
Pero ver hoy a chamitos de cuarto semestre organizando movilizaciones, no en Las Delicias, sino en la avenida Intercomunal y la Autopista Regional del Centro, recuperando espacios y aliándose con los célebres “Forma Peo” de la Universidad de Carabobo, Agronomía de La Central y el Pedagógico, para formar una manifestación con todas las de la Ley ¿Por qué hoy no soy un estudiante de Comunicación de la UBA y pelear por mis sueños? ¿Por qué formé parte de una generación “Boba”, de un millón y dele más cesta ticket?
Quisiera finalizar pidiendo disculpas a mis amigos de la cuarta y de la quinta, tanto en promociones como en política, por decirles Bobos, aunque saben que en mi usual verbo les diría por lo menos “Pendejos” o “Guevones”. Sé que vivimos tiempos distintos, pero la verdadera Ley Mordaza la tiene la gente, quien es quien decide si cambia el control remoto, coloca otra emisora o deja de comprar un periódico. Mis recordados profesores de la UBA, que hoy protestan en la calle, deben saber que en algo se equivocaron al formar a aquellos muchachos.
Tal vez yo soy un “superdotado”, porque pude ver hacia el futuro, un futuro que ya se hizo presente, aunque ustedes no lo quieran ver todavía. Bueno, efectivamente soy clarividente, sí me recuerdan, soy astrólogo.
Eran tiempos difíciles. Vivíamos en una sociedad hastiada por la ineficiencia de las instituciones elegidas por nuestra democracia “Representativa”, modelo que debía ser suplantado por otro “Participativo y Protagónico”, con el cual la gente, o “el pueblo”, pudiera llevar una contraloría social que mejorara nuestra forma de participación política. Al menos así se nos vendió el paquete. Desde un primer momento, yo no lo compré.
Paralelamente en el mundo de la UBA había cuatro generaciones de comunicadores. Los primeros fueron los “Forma Peo”, liderados por Orlando Conde, célebre profesor que pagó con su trabajo su inconformidad con las modalidades de pago de la Universidad. La segunda y la tercera fueron más intelectuales, pero la cuarta, la más numerosa, no era nada participativa, además receptiva a las nuevas ideas políticas.
Al graduarnos 118 de más de 600 de los que inicialmente comenzamos la carrera, encontramos un país sin posibilidades de empleo, destrozado por las luchas políticas y definitivamente polarizado, entre quienes tenían la acertada idea de la lucha contra la pobreza -o un papá en el gobierno- y quienes entendimos, muchos desde un principio, el peligro del mensaje del odio, y su utilización para la manipulación política.
Cinco años después encontramos a un país en vías de progreso, gracias a un gobierno norteamericano manejado por los Zares del petróleo en dicho país, llamados Dick Chenney y George Walker Bush, y a quienes les interesa conservar unos precios altos para hacer más rentables sus negocios en Texas. Muchos de mis compañeros consiguieron trabajo en el gobierno gracias a la importancia que le da el Estado a las políticas comunicacionales. Sin duda, de no haber ocurrido la ruptura política de años pasados, siendo optimistas solo 18 habrían podido ejercer la profesión, algo así como un 1%.
Pero hoy el millón y algo, más cesta tickets a 0.5 unidades tributarias que debe ganar la mayoría de quienes ejercen la Comunicación Social para el Estado –tal vez más del doble en ciertos casos- no debe hacernos perder los estribos. Si bien el estado es dueño del espacio radioeléctrico nacional en sus frecuencias VHF y UHF, las razones para “Cerrar” Radio Caracas Televisión (RCTV) son políticas, sin juicio previo y respondiendo a una voluntad presidencial y discriminatorias, si consideramos que Venevisión y Televen participaron en el Golpe, o “Vacío de Poder” que determinó el único tribunal que ha dictado sentencia alguna sobre el caso de Abril de 2002. Y por favor, no se hagan eco de los resentidos, porque son solo un arma de manipulación más del régimen, y como comunicadores debemos saber de eso.
Pero ver hoy a chamitos de cuarto semestre organizando movilizaciones, no en Las Delicias, sino en la avenida Intercomunal y la Autopista Regional del Centro, recuperando espacios y aliándose con los célebres “Forma Peo” de la Universidad de Carabobo, Agronomía de La Central y el Pedagógico, para formar una manifestación con todas las de la Ley ¿Por qué hoy no soy un estudiante de Comunicación de la UBA y pelear por mis sueños? ¿Por qué formé parte de una generación “Boba”, de un millón y dele más cesta ticket?
Quisiera finalizar pidiendo disculpas a mis amigos de la cuarta y de la quinta, tanto en promociones como en política, por decirles Bobos, aunque saben que en mi usual verbo les diría por lo menos “Pendejos” o “Guevones”. Sé que vivimos tiempos distintos, pero la verdadera Ley Mordaza la tiene la gente, quien es quien decide si cambia el control remoto, coloca otra emisora o deja de comprar un periódico. Mis recordados profesores de la UBA, que hoy protestan en la calle, deben saber que en algo se equivocaron al formar a aquellos muchachos.
Tal vez yo soy un “superdotado”, porque pude ver hacia el futuro, un futuro que ya se hizo presente, aunque ustedes no lo quieran ver todavía. Bueno, efectivamente soy clarividente, sí me recuerdan, soy astrólogo.
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