“Ciudad de Dios” es en mi opinión la mejor película
latinoamericana de todos los tiempos. Fernando Meireles narró visualmente la
historia de una favela en la cual "Ze Pequeño", lo que conocemos hoy como un
Pran, sembraba el terror. Un día Ze Pequeño violó a la novia y mató al hermano
de "Mané Galinha", un ex militar campeón en tiro quien toma venganza y enfrenta a
sus “Luceros”. Ese día Mané Galinha se convirtió en el héroe de la favela. Un
año después, cuando Mané Galinha incursionó en la droga y el narcotráfico para
enfrentar a Ze Pequeño, nadie recordaba por qué comenzó semejante guerra.
“La Salida” fue una estrategia promovida por un sector de la
oposición que, conociendo plenamente la incapacidad del gobierno de luchar con
la corrupción y la poca cantidad de dólares que afecta la importación de
alimentos y productos de primera necesidad, decidió alborotar el avispero para
provocar una salida más rápida del gobierno de Maduro. Tenía como defecto que
ya en varias oportunidades la oposición había intentado esa estrategia y había
fracasado, claro, con un dólar subsidiado, créditos para carros y Chávez vivo.
Otra parte de la oposición tenía la tesis de esperar que los
sectores populares se cansaran del desabastecimiento, acelerado por una
estrategia electoral de Maduro llamada “El Dakazo”, que consistió en bajar a
juro los precios de los electrodomésticos del país con el argumento que muchos comerciantes
recibían dólar preferencial (Asignado por Cadivi a 6.50) y eran vendidos a
precio de mercado negro (Más de 10 veces el valor inicial). Cayeron culpable e
inocentes, ya que la ya derogada Ley de Ilícitos Cambiarios prohibía comprar
(incluso decir el precio) del llamado dólar paralelo. La economía, como los
anaqueles, quedó vacía.
El “Atore” de los opositores ganó la mayoría de los adeptos
y esta mitad del país sufrió un “Big Bang” tan poderoso que hizo temblar al
chavismo y al país. Al igual que en la Ciudad de Dios, un intento de violación
a una estudiante del Táchira llevó a los bachilleres a caerle a piedras a la
casa del gobernador, para castigar a un Edecán de Vielma Mora, quien se presume
cometió el acto. En vez de meter preso al violador, el gobierno prefirió mentir
sobre el asunto y decir que todo era un plan conspirativo del
gobierno de Uribe. Un mes después, el edecán está preso, pero a nadie le
importa cómo comenzó esto. Unos hacen barricada, otros les caen a tiros a las
urbanizaciones, hay quien responde con tiros a los tiros y ni la oposición
tiene control sobre su gente y a sectores del gobierno no les interesa acabar con
los focos de violencia.
La rabia de los estudiantes de Táchira se sumó la clase media discriminada durante 15 años, ya sea por el lenguaje presidencial o la Lista Tascón, la cual sería una barbaridad en cualquier país civilizado. Producto de la crisis económica, sectores populares de algunas
ciudades como Mérida, San Cristóbal, Valencia y Barquisimeto se han sumado a la protesta y puedo decir que hoy el gobierno no tiene control sobre ellas. Ha habido saqueos en Maracay
y otras ciudades ante el desinterés de los cuerpos policiales de atacar a la
delincuencia, error que han tenido que corregir.
Los llamados colectivos, culpables en la mayoría de los
casos a ataques a las urbanizaciones, son en el fondo un enigma, al igual que
los Pranes de las cárceles. Hay cuentos, verificados por mi, que algunos Pranes
no aceptan estudiantes en las cárceles (Táchira y Tocorón) porque ellos no son
hampa (una clase de ética al gobierno ¿no?) y se dice que el colectivo al cual
pertenecía Juan Montoya en el 23 de enero, oficialista asesinado el 12 de febrero, presume
que su muerte fue producto de sicariat,o ya que las investigaciones preliminares han
puesto tras las rejas a 5 miembros del Servicio Bolivariano de Inteligencia
(Sebin). Los chavistas ideológicos u honestos, se quedan tranquilos en sus
casas o prefieren evadir el tema.
Venezuela parece haber iniciado un camino sin retorno.
Aunque muchos vecinos detestan las guarimbas, otros afirman que se ha reducido
la delincuencia en sus hogares producto de las barricadas. Algunas personas
hablan de los muertos con interés “Chamo, la vaina en Valencia ayer estuvo bien
fea, mataron a dos y a un guardia”. En Venezuela, producto del hampa mueren más
de 120 personas todos los fines de semana, más que en cualquier guerra. En más
de un mes de peo político no llegamos a 30.
Coincido con quienes creen que la oposición “Maduró”, ya que
desunida, ha logrado sumar adeptos por la indiferencia del Estado con los
delincuentes, porque en las urbanizaciones de clase media también viven
chavistas y estos a su vez tienen familia. También secotores populares como La Isabelica y San Vicente han sido víctimas del hampa política. La oposición, atomizada y desunida, rema hacia
el mismo sentido y ha comprendido la necesidad de aumentar su caudal, bien para
lograr el derrocamiento de Maduro o ganar la mayoría de la Asamblea en dos
años. Chavismo y oposición ya se quejan de los mismos problemas, ya que café, harima de maíz, azúcar y demás no se consiguen ni en Central Madeirense ni en Mercal, Excelsior
Gama o Pdval Obrero. Maduro, sin poder para sacar a Ramírez de Pdvsa o a
Cabello del Psuv, no puede cambiar ministros ni ideas en áreas vitales, por lo
cual el chavismo es un callejón sin salida.
La única manera que podamos salir de esto antes del 2019 es
sumando voluntades, comprendiendo cuáles son los problemas que afectan a ricos
y pobres. Mientras la protesta no sustituya las consignas opositoras por justos
reclamos, contaremos por decenas y centenas las víctimas de la violencia
política.
"No nos veamos como escuálidos y chavistas, esa es una
cortina de humo, aquí es ver corrupción y honestidad. Por eso cayó la 4ta y la
5ta va por la misma vía", Jhonny Montoya, hermano del colectivo asesinado
por el Sebin por órdenes de Diosdado Cabello.
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