jueves, 29 de diciembre de 2016

2017: Las rebeliones se construyen con esperanza

En esto días acudí a una charla organizada por un amigo en una sede gremial de Maracay. Allí la gente hizo Catarsis, hablaron sobre los presos políticos y expusieron sin darse cuenta un meta mensaje: Aragua debe ser gobernada por los aragüeños.

Un señor mayor tomó la palabra e hizo una exposición que quiero destacar: “Aquí no necesitamos cascos azules, porque tenemos a los cascos blancos. Esta lucha la estamos librando los viejos, porque los jóvenes se están yendo”.

Cuando un gobierno no quiere medirse en democracia, pero sabe que en algún momento deberá hacerlo, al menos como “válvula de escape”, hacer eco de la desesperanza es una buena apuesta para el corto o mediano plazo.

Cuando mi hermana era adolescente, uno debía irse de Maracay para poder estudiar una carrera universitaria. Cuando me tocó a mí tomar esa decisión, ya existían facultades de cualquier cosa en la Ciudad Jardín y la palabra “independencia” se relacionaba a tener una casa y un carro. Yo puedo entender que un joven cercano a los 30 sienta que no tiene un futuro, pero un chamo que está saliendo del liceo y que, cuando se gradúe, Venezuela debería tener un presidente no chavista, el desánimo no solo es un absurdo, es el autogol más grande que nos estamos metiendo como sociedad.

Por eso, más que una viuda de la MUD (Que es una coalición de partidos, no uno de ellos), soy un defensor de la unidad, lo único que nos permitirá salir de esto lo más rápido posible y haciendo las cosas bien. Una cosa es exigir cambios en las estrategias y otra es hacerle el juego al adversario, destruyendo lo mucho que hemos logrado por inmadurez.

Tal vez los que rozamos los 40 no estuvimos a la altura como para destruir un narco régimen izquierdista, militarista y petrolero. Por ello el acompañamiento de los jóvenes, con nuevas ideas, nuevos liderazgos y nuevas formas de ver las cosas, son indispensables para cambiar las cosas. No sigamos sembrando la desesperanza.

El señor canoso de quien hablé en la primera parte de mi artículo, culminó su intervención recordando un gran ejemplo de fracaso en el continente: Cuba. No hizo referencia a los militares empujando el carro accidentado que trasladaba los restos de Fidel, sino a que cuando el líder “radicalizó” su revolución, abrió las puertas para que más de 3 millones de adversarios, en un país que hoy a duras penas supera los 10 millones de habitantes, salieran a Miami. La generación que fracasó no fue la que se quedó luchando, sino los que se fueron e hicieron falta.

2016 fue un año terrible en todo el mundo, no solo para los venezolanos, también, ingleses, norteamericanos, golpistas turcos, comunidad LGBT e incluso los fanáticos de Star Wars. Por eso quisiera terminar con una frase de Rogue One (El título de este post es una), que si bien nos enseña que “La esperanza no es estrategia”, la misma Princesa Leia respondió ante la pregunta:

“¿Qué nos trajo ese mensaje?”

“Esperanza”.

“I am one with the force, the force is with me”.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Burbujas mentales


El concepto de “Burbuja social” ha sido utilizado durante estos años de gobiernos de izquierda, para definir la desconexión entre las clases pudientes del país y la realidad. El punto cumbre fue el “documental” “Caracas, ciudad de despedidas”, el cual fue rechazado casi de manera unánime por una sociedad que sintió el desprecio, por expresiones como “Me iría demasiado”, “Caracas sería una excelente ciudad, pero sin gente adentro” y “Ojalá pudiera hacer un origami…”.

Muchas personas consideran hoy que esos “Niños bien” del “Este del este” caraqueño, fueron -a su manera- unos visionarios, ya que comprendieron desde su burbuja social -y tal vez mental- lo que estaba ocurriendo en este país. Jóvenes tal vez vacíos, pero decentes, no encontraban oportunidades en este país para crecer y, como si fuera poco, eran víctimas de secuestros. Tal vez quienes vivían en una burbuja, o se hacían los locos ante estos dos argumentos, era el resto del 99% del país que no estudió en el Champagnat ni en el Loyola.

El rechazo venial a quien nos dice la verdad de la peor forma, nos conduce a la soberbia. Por ejemplo, un gobierno que perdió hace un año una elección por paliza, decide desconocer en la práctica el mandato del pueblo. Sus opositores, plurales hasta el punto de no ponerse de acuerdo para nombrar dos rectores del CNE y culpables del pecado de la inacción, el mismo que llevó a Hugo Chávez al poder, según todas las encuestas triplicaría al PSUV ante cualquier escenario electoral. En este escenario, los haters de la MUD en twitter serían los primeros en hacer la cola en su centro electoral, aunque hoy juren castigar a sus líderes. Esa pendejada nos costó en las pasadas elecciones regionales calarnos a Rangel Gómez en Bolívar, Vielma Mora en Táchira, El Aissami en Aragua, Ameliach en Carabobo… Nuestra ruina y la de nuestros vecinos.

Pero prosigamos con la teoría de la desconexión de nuestros gobernantes. La negación de la realidad ha llevado al gobierno a montar shows como el de Delcy Rodríguez en Argentina, o incluso, jugarse lo poco que quedaba de su capital electoral con la decisión de sacar los billetes de Bs. 100 antes de poner en circulación el nuevo cono monetario. Una medida que permitió la entrada a los bancos de cantidades absurdas de dinero de droga, contrabando y secuestro, dejó desnudo a un gobierno cuyos votantes naturales le maldicen por robarles su dinero. Rectificar la medida tal vez evite un desastre similar al de Ciudad Bolívar en Caracas o Maracay, pero el daño de imagen ante quienes los sostienen, incluyendo los militares, está hecho.

El madurismo subestimó al pueblo. Cree que 90% de los venezolanos somos Millenials que manejamos teléfonos inteligentes a través de conexiones de Fibra Óptica en nuestros hogares de 100Mbps, disposición de 4G gratuito en todo el territorio nacional (imagino que desde routers de internet ubicados en plazas públicas) y que saben hacer transferencias. También el famoso paradigma “La gente no forma peo en diciembre” (Claro, si tiene dinero para comprar su pan de jamón), quedó destruido. Su último bastión electoral, los pensionados y la gente de los pueblitos, se maneja con efectivo y obviamente no entiende por qué prohibirle utilizar su dinero va a evitar que una mafia cucuteña suba el precio del dólar.

En casi 18 años de gobiernos chavistas, jamás se había tomado una medida impopular para robar al pueblo de una manera tan descarada y torpe. La brillante estrategia de desmovilizar a la oposición manipulando al Papa, la convirtieron la estabilidad del gobierno en un arbolito de navidad decorado con billetes inservibles justo antes de nochebuena.

Y a los opositores haters sin esperanza (Lo único que el gobierno ha podido sembrar en sus conucos, gallineros verticales y Ley de Tierras) les digo: En vez que reenviar por whatsapp los audios que aseguran que José Guerra, la AN y Chúo avalaron el guiso de los billetes (¿?), les invito a presionar una salida electoral. Es el momento.


La protesta de Ciudad Bolívar comenzó como un reclamo político y se transformó en un caos manejado por pranes. La verdadera tragedia de este país no es el desprecio con que el TSJ y Maduro tratan a la AN y el pueblo, sino que el ejército no está en capacidad de controlar al hampa. La salida electoral (Incluso luego de una renuncia del presidente hoy posible) es lo único que puede canalizar a nuestro país por un camino distinto a la anarquía. Salgamos de nuestra “Burbuja mental” y entendamos que “El Peo” puede traer consecuencias desastrosas.

domingo, 11 de diciembre de 2016

El complot contra CAP



He visto en dos oportunidades el documental: CAP dos intentos, de Carlos Oteyza, quien me impresionó por “Tiempos de Dictadura”, donde narró todos los aspectos de la presidencia de Marcos Pérez Jiménez, utilizando recursos visuales muy interesantes para describir una época sin tanta televisión y ninguna libertad de expresión.

En primer lugar, quiero confesar que no soy defensor de Carlos Andrés Pérez. Mi familia es copeyana de toda la vida y jamás he votado por un candidato social demócrata fuera de una alianza multipartidista como la MUD. Tampoco caería en la pendejada ideológica de la izquierda de condenar a Pinochet y no a Fidel Castro. CAP fue el ministro asesino de Betancourt y punto.

Oteyza tampoco intenta hacerlo, solo contrasta el significado de sus dos gobiernos desde un punto de vista estrictamente pragmático. Solo menciona su fama de “Policía político” al principio de la película y su “posible” nacimiento en Colombia (¿Ven? El venezolano le echan el mismo cuento varias veces y de pendejo se lo cree. CC Hater de la MUD #MaduroEsCucuteño).

CAP fue un hombre carismático, al igual que Chávez. Ambos en sus primeros gobiernos contaron con un alza abismal de los precios del petróleo y por ello nacionalizaron o tomaron control de la industria petrolera, uno creó Pdvsa y el otro destruyendo la meritocracia. Ambos apoyaron nobles iniciativas como el Sistema de Orquestas del Maestro Abreu (De hecho, es tan creación de los adecos como la misma OPEP), las becas Gran Mariscal de Ayacucho (Chávez creó un sistema de universidades bastante pirata) y construyó la ciudad del hierro para el desarrollo del país (A 4 años de la muerte de Chávez, las bases del ferrocarril se oxidan al frente de los antiguos peajes de Maracay).

Ambos fueron líderes mundiales. Pérez apoyó la causa de Torrijos para la entrega del canal a Panamá, fue mediador (y también financiador de Contras), e incluso invitó a Fidel Castro a su acto de proclamación como Presidente en el teatro Teresa Carreño para su segundo período.

¿Pero qué nos dice Oteyza sobre el segundo gobierno de CAP? Lo que nos diría cualquier estudiante de economía: Transformar el modelo rentista en productivo. Lo que hoy Maduro califica de “Rentismo Petrolero”, es lo mismo que hizo CAP en su primer gobierno y Chávez en vida: Expandir el estado a los niveles absurdos que el valor del petróleo lo permita, ofrecer dólares preferenciales (es decir, subsidiados) para alimentar la corrupción y estimular la importación para que no se produzca un coño en este país.

Cualquier economista serio afirma que los únicos años de crecimiento real de la economía venezolana fueron los posteriores a la aplicación del paquete de medidas que sugirió Miguel Rodríguez. Solo que Pérez, embriagado de poder y del amor de las masas (en su primer gobierno), no entendió que la política es comunicación y que adoptar medidas asertivas para acabar con un estado paternalista es, sencillamente, ganarte de enemigo a todo el país.

Hoy Maduro habla de hacer esa transición. Sabemos que no la va a hacer, él solo tiene las bolas para meter políticos presos en cárceles militares (Sí, los mismos apátridas de la MUD que supuestamente no están haciendo un coño para confrontar una dictadura) mientras en Tocorón hay discoteca, dólares, putas y se organizan secuestros dentro y fuera del país. Sin embargo, el próximo gobierno intentará hacerlo, ojalá sea antes que culmine la era del petróleo, sin que Venezuela haya empezado a explotar la Faja del Orinoco.

Mi pregunta es muy sencilla: ¿30 años de atraso (Desde 1989 hasta el 2019, cuando se supone debe salir el chavismo por elecciones para nunca más volver) han sido suficientes para entender que no podemos seguir defendiendo un modelo de país diseñado para la sinvergüenzura y para que todos -de una u otra manera- vivamos del Estado?

Una economista norteamericana entrevistada en el documental afirma que el problema no es que el venezolano sea corrupto, sino que el Estado da todas las facilidades para robar. Hugo Chávez en 1992 no solo representó a un pueblo que, según Rafael Caldera, se le pidió defender a una democracia que no era capaz de darle de comer, también defendió un modelo corrupto y parasitario, al cual llevó a su máxima expresión entre 1999 y 2012.


Carlos Andrés Pérez fue un asesino, corrupto y con un desastre de vida personal, pero trató de hacer lo correcto. Ojalá ese líder reformista tenga el poder moral para exigirnos un sacrificio mayor al que estamos viviendo con Maduro, y que tengamos la suficiente madurez para apoyarle.