domingo, 11 de octubre de 2015

La mayor mentira del socialismo

Regresaba de Puerto Ordaz luego de ver cómo la Vinotinto perdía 3 puntos frente a Paraguay. Aunque creo que en el fondo eso es una gran mentira. Los juegos que duelen son los que se pueden ganar, no si estás en casa o de visitante.

En el camino de regreso, el organizador del viaje recogió en el CC Orinoquia a un compañero de las tribunas del JPC, una de esas tantas personas que me conoce a mi, eventualmente se tomó unas cervezas conmigo pero yo no le recuerdo. Se sentó a mi lado y empezamos a conversar.

Hablamos sobre el desastre que representa la Misión Vivienda Venezuela, no sólo por el hecho de haber admitido en cadena nacional -Maduro- que el costo de producción de cada apartamento es de 50 mil dólares (es decir, con lo que yo compraría un apartamento en Nueva York o un Pent House en Panamá, el estado afirma que es lo que le cuesta entregarme uno en Guasimal, claro, amoblado con Mi Casa Bien equipada) sino el hecho de regalarle a la gente su vivienda.

"Tan fácil que sería ponerles a pagar un impuesto casi simbólico de por vida para financiar las próximas construcciones" decía el ingeniero de PDVSA, afrodescendiente y quien según sus propias palabras, vino de abajo para sacar un título de la central.

Antes de llegar al puente que nos despediría del estado Bolívar, habíamos llegado a la misma conclusión: el socialismo no se trata de igualdad de condiciones, sino de oportunidades. No intenten nunca en escudarse en los niños que nacen con cáncer o leucemia, eso es un debate más religioso que político. Si usted llegó a viejo pelando bolas, es porque usted a lo largo de su vida tomó las decisiones erradas. Eso no es culpa (responsabilidad) del estado, sino suya.

Porque hasta el hombre que nace esclavo, puede decidir si lucha o no por su libertad.

domingo, 4 de octubre de 2015

Una y mil veces más, el Quijote


Según la RAE: Hombre que antepone sus ideales a su conveniencia y obra desinteresada y comprometidamente en defensa de causas que considera justas, sin conseguirlo.

Entiendo lo terriblemente difícil que es defender ideas sin parecer terco cuando, según la percepción de un Quijote, se intenta romper los paradigmas ajenos. Cuando usted discuta, o peor, reniegue las ideas ajenas, en el fondo su ego es tan grande como su incapacidad de reconocer que, desde la óptica ajena, hay verdades que usted probablemente no conoce.

Uno de esas imágenes impuestas es la estupidez de etiquetar a la gente buena, honesta e idealista con la izquierda. Una cosa es estar de acuerdo con la igualdad y otra con la mediocridad y la flojera. Por ejemplo, el más grande poeta de nuestro continente, a quien “le gustaba cuando su amante callaba porque estaba como ausente”, abandonó a su hija por padecer Hidrocefalia y apoyó al más grande genocida de la historia… No, no a Hitler, a Stalin, porque cual cobarde solo cerró los ojos ante la verdad.

Y si bien la definición de Quijote prevé la derrota, la verdad es que el futuro es un cuaderno en blanco, donde podremos escribir 50 años más de historia, como nuestra esperanza de vida según la ciencia de hoy en día, y como los años que está cumpliendo nuestro equipo de béisbol favorito.

Y porque tal vez El Quijote no es quien está confundiendo a “Molinos de viento” con “monstruos de La Mancha”.

Desde su percepción, el Quijote tiene razón.

Y el Quijote no huye si el exilio es incapaz de ofrecerle estabilidad y progreso para su vida.

Desde vuestra percepción, el Quijote tiene razón.

“Uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra” decía nuestro primer Premio Nobel de Literatura, otro humanista que apoyó al más grande asesino del continente. Su concepto es tan anticuado como incompleto, porque es la tierra donde naces la que marca tu gentilicio y tu destino. Huir de ella es huir de tu destino. Y el regreso no es un retroceso, es solo una decisión.

También leí a un amigo escribir equivocadamente –desde mi percepción- que uno es de donde se siente identificado. Yo quisiera ir a Nueva York como turista. Yo nunca podría vivir allí, sencillamente porque los Tigres de Aragua no juegan en Yankee Stadium.

Si eso ocurre, el Quijote tendrá razón desde nuestra percepción.


Ese cielo, ese mar, esos cocales,
ese monte que dora
el sol de las regiones tropicales…
¡Luz, luz al fin! Los reconozco ahora:
son ellos, son los mismos de mi infancia,
y esas playas que al sol del mediodía
brillan a la distancia.

Así describió Pérez Bonalde la vuelta a la patria. Y esa playa y ese sol aragüeño, el socialismo jamás nos lo quitará para repartirlo equitativamente con quien ignore su belleza.

Por mí, por ustedes y por todos, nunca hay que rendirse.