jueves, 22 de julio de 2010

Yo soy Dios, pero no me llamo Maradona


El día que menos dinero gasté en mis breves vacaciones fue el pasado domingo, cuando vi en casa de un amigo, a quien llamaré “el colombiano”, el documental Religulous, transmitido por HBO y conducido por el humorista Bill Maher.

Como sinopsis, extraída de Wikipedia, Religulous trata sobre la historia de Maher, famoso por su postura anti religión, explora distintos puntos de vista al respecto a través de sus viajes a distintos destinos religiosos por el mundo, tales como Jerusalén o el Vaticano, entrevistando a creyentes de todo tipo y condición, como Judíos por Jesús, musulmanes, polígamos, satanistas, jasísidicos... También entrevistó a Raël del Movimiento raeliano.

“El colombiano” nos colocó ese documental a mí y a otro amigo, a quien llamaré “el chivo”, debido a que yo siempre fui el agitador en las clases de religión de nuestro colegio, mientras que “el chivo” siempre se calificó de Ateo.

La conclusión del documental es que la religión contiene una serie de valores que la sociedad medieval y prehistórica necesitaban depositar en el temor a Dios para poder progresar, debido a que los Estados no tenían suficiente fuerza para asumir aspectos tales como el bautismo, matrimonio, evitar que la gente mienta, mate o robe. Pero la religión también es causante de un fanatismo que pudiera llevarnos a la autodestrucción ¿Estamos dispuestos a pagar ese precio?

A “el chivo” le pareció perfecta la reflexión, a pesar que el documental fue hecho al mejor estilo de Michael Moore, en cuanto a la ridiculización de los entrevistados. Yo en cambio quise verlo desde el punto de vista espiritual, ante la evidencia científica y algo lógica que Dios no existe.

Cuando estás en situaciones difíciles se puede mirar la madera de la cual está hecha la gente. Sus sentimientos definen al bien o al mal. Las personas que más quieres peuden ser las más estúpidas y miserables, otros ratifican la confianza bien ganada, algunos recurren a la superficialidad para justificar lo injustificable, los inmaduros sorpresivamente asumen como adultos las situaciones y nunca falta una mano sorpresa que te dé su apoyo.

En conclusión, yo soy Dios, tanto como las personas que nos rodean. Somos nosotros como comunidad quienes decidimos vivir en el cielo o en el infierno con nuestras acciones ¿Quién si no Dios te presenta a la persona indicada o te coloca ante la situación justa para salvarte o darte una lección?

Para que exista el bien, debe existir el mal, por muy dolorosa que sea la decepción.

Dios está en la bondad de cada ser humano. Como diría también un famoso humorista, pero de nuestro país: “Haz el bien y no mires a quien”.

Viaje por mar

Una semana para apretar tuercas, broncearme y seguir adelante. Un viaje secreto y de incógnito, para pensar en lo que es, lo que se quiso y lo que no fue.

A mí no me gusta la inestabilidad y sufro de vértigo. Es por ello que en el puerto, en soledad, sufrí de ansiedad. Dos chicas, una más hermosa que la otra, se me sentaron al frente, al lado de un señor que chateaba en su BlackBerry y yo. Nos miramos todos a las caras mientras esperábamos el embarque.

En eso llegó Antonino, un tipo muy inquieto y con facilidad de palabra. Por más que intenté crear una charla con las chicas, Antonino siempre buscó un tema de conversación.

Antonino es hijo de italianos, tiene 32 años, 3 hijos, casado desde hace 10, sus abuelos viven en Grecia, trabaja en Pdvsa y como buen italiano de Venezuela tiene varios proyectos. Nuestro primer tema de conversación fue la diferencia de salarios entre mi empresa y la de él, y cómo sus jefes le dicen que nosotros ganamos más que ellos.

Una hora después de conversar sobre retroactivos, aumentos, escalas salariales y cajas de ahorros, empezamos a embarcar. Me ayudó a cargar mi pesada maleta por las escaleras del barco. Él no llevaba mayor equipaje. Su jefe le pidió suspender unos días sus vacaciones para solucionar un problema de su empresa.

Una vez en el barco dijo varias cosas de mí, como buen observador. “Eres muy inquieto, pareces incómodo, siempre dices que cargas un problema, tus manos son pequeñas, tu caminar es extraño”. Las dos últimas afirmaciones me hicieron dudar sobre su sexualidad, pero sobre eso escribiré al final.

“¿Tienes un problema con una chica? Pues bótala y busca en otra parte”. Me pareció muy extraño que un hombre que se casó a los 18 años me hiciera semejante aseveración. Pero sin duda el comentario me dejó consternado “¿Qué expresión tendré en mi cara? ¿Un testamento?” pensé.

Antonino también me contó sus desventuras. Resulta que mi nuevo amigo tiene una hija de 13 años con un grave problema de escoliosis. Fue donde un acupunturista que le prometió mejorar su situación y el problema se agravó. Los médicos le recomiendan operar, pero él todavía guarda alguna esperanza con métodos no tan drásticos.

Casualmente yo tengo un caso de un familiar cercano que por no operarse sufrió graves consecuencias. Paré sus lágrimas, que produje cuando pregunté si físicamente había verificado la desviación tocándole su espalda. Le recomendé que no dejara para mañana un sufrimiento peor para su niña. “A Dios rogando y con el mazo dando”.

Seguimos hablando de política, de los nazis, de la guerra en Irak hasta que llegamos al puerto. Olvidé los movimientos del barco y a las dos chicas con las que quise conversar. Mientras bajábamos, un hombre se le acercó para preguntarle de qué parte de España era su hermano –es decir, yo-, si la habíamos pasado rico, qué nos había parecido el país…

“Ese carajo es rolo de marico” me dijo Antonino, para darle un suspiro a mi homofobia.

Uno obtiene lo que busca. Yo quería alguien con quien conversar mientras el barco cedía a la marea y él a alguien que le diera un buen consejo para su hija. Ojalá le opere y salga bien.

Pero si uno obtiene lo que busca ¿Por qué estoy rodeado de tanta mala vibra? ¿Por qué no tengo cerca a más personas honestas y sinceras como Antonino? ¿Debería vivir en un puerto, trabajar en una terminal de pasajeros y dormir en la playa?

domingo, 11 de julio de 2010

Especial Sudáfrica 2010: Los que se merecen un mundial


Si algo me quedó claro en este mes de fútbol, entre Vuvucelas, un pulpo vidente y atletas y entrenadores metrosexuales, es que la capacidad de los equipos ganadores los define su actitud.

África quedó en deuda, una vez más, por su incapacidad de jugar bien en conjunto, excepto en el caso de Ghana, selección a la cual la suerte le dio la espalda.

Asia demostró que no merece más cupos a una Copa del Mundo y que Oceanía debería eliminarse en una sola zona con ellos, a pesar que Nueva Zelanda cayó eliminada invicta.

Mi bronca es con Sudamérica. Según los análisis de los mexicanos que nos fastidian todas las noches en ESPN, Alemania y España, las mejores selecciones en el mundial, llegaron lejos porque tomaron al mejor equipo de sus ligas (Bayer y Barsa) para construir la base de su selección y lo reforzaron con otros elementos de equipos foráneos.
Bajo ese esquema, los equipos sudamericanos están fritos. Tan fritos por lo acertado que creemos el comentario. Incluso ese fue el argumento de Oscar Washington Tabárez, entrenador de Uruguay, antes del juego que perdió en semifinales ante Holanda.
El Sao Paolo jamás será más fuerte que la Juve. O peor ¿Cómo haremos nosotros en 2014 cuando intentemos armar una selección Vinotinto con la base del Caracas FC? Equipo incapaz de superar cuartos de final en Libertadores ante rivales mediocres de Brasil, Argentina, México o Chile, y más aun, si los 11 mejores jugadores venezolanos actualmente juegan en Europa. Pero el tema de nuestra Federación de Fútbol da para escribir páginas y esa no es mi intensión.

Lo triste de este mundial fue que los países participantes olvidaron que no se trata de averiguar cuál fútbol es mejor, sino cuál equipo puede ganar este torneo. Si la Vinotinto en 2014 le toca un grupo y una llave como la de Uruguay, con acomplejados mexicanos, africanos faltos de suerte y europeos con chismes de peluquería, llegaremos lejos, de eso no tengan duda.

En el deporte gana el que quiere, no el más poderoso o el que prediga el pulpo Paul.
En cuanto a la final de hoy, me alegraré por cualquiera de los dos que gane, pero sin duda el fútbol le debe más a los Países Bajos una Copa del Mundo que a España, porque los primeros han reinventado varias veces ese deporte, mientras que los otros solo tienen a dos de los equipos más ricos del mundo. España de mis ancestros, el fútbol no te debe nada, pero no por ello estás condenada al fracaso.

Que gane el que lo quiera más, no el que prediga el pulpo.